El Anllóns
El Anllóns perfila, a su paso por Carballo, el rostro más hermoso del pueblo: el paseo al lado del río
El río Anllóns nace en la sierra de Montemaior, cruza el centro urbano de uno a otro extremo y muere al lado del mar, entre Ponteceso y Cabana, en el estuario del Anllóns. En Carballo, los márgenes del río fueron recuperados hace unos años para el paseo y el ocio, desde el "muíño do Quinto" [molino del Quinto] hasta la parroquia vecina de Bértoa, y conforman hoy en día un trayecto de aproximadamente siete kilómetros ida y vuelta, por el que las y los carballeses suelen pasear en su tiempo de ocio.
Paseo urbano del río Anllóns
Si te animas a adentrarte por estos caminos, has de saber que uno de los puntos más atractivos del recorrido es el Bosque do Añón, donde la típica vegetación de la ribera (alisos, sauces, fresnos…) se mezcla con nuestros árboles más emblemáticos, los robles.
El bosque do Añón cuenta con otro encanto añadido: evoca romerías de antes y de ahora. Cuando la gente aún no tenía por costumbre acudir en masa a las playas para refrescarse de los calores del verano, era el río el espacio protagonista del tiempo de ocio en el estío. Allí, en el bosque do Añón, aún se sigue celebrando todos los años, al final del San Juan, la Fiesta del Bosque.
Es recomendable la visita al refugio de Queo y al molino de A Cheda, en la parroquia vecina de Bértoa, sobre todo en la primavera y en el verano, cuando la naturaleza vuelve a llenar de vida y color estos dos pequeños bosques de alisos al lado del Anllóns.
Detalle paseo del río Anllóns
En el refugio de Queo, al que tienes acceso desde la carretera que va de Carballo a Coruña, encontrarás un espacio recreativo con mesas y bancadas, idóneo, al igual que la zona del molino de A Cheda, para la celebración de fiestas campestres. En las aguas del río, las y los aficionados a la pesca podrán encontrar truchas y, en menor medida, salmón y reo.
No lejos de Carballo, ya en el municipio vecino de Coristanco, encontrarás otro lugar de gran belleza al lado del Anllóns, el refugio de Verdes. Las aguas del río se dividen allí en varios ramales conformando pequeños islotes unidos por puentes, y podemos ver aún en pie varios molinos, en los que, durante años y años, el agua arrastró con su fuerza las muelas de piedra para deshacer el grano.