Un pouco de historia
Plano y alzado
La fama de las aguas mineromedicinales de Carballo viene de viejo. Ya en la época romana se conocían sus excelentes propiedades, tal y como demuestran los restos del manantial romano que fueron encontrados en unas excavaciones realizadas en el siglo XVIII.
Dicen los historiadores que Carballo pudo ser Glandimiro, pueblo situado al lado de la vía Per Loca Maritima en época romana. Junto a estas aguas termales, las y los caminantes cansados encontrarían un lugar idóneo para recuperar fuerzas.
De esos restos romanos aún se conserva, en las instalaciones actuales, una antigua arqueta. Los baños fueron redescubiertos en el siglo XVIII y, gracias a eso, Carballo es hoy lo que es. Corría el año 1716 cuando un vecino de la zona quiso indagar qué sucedía en aquel lugar del que salían extraños vapores. No encontró el tesoro que esperaba, pero sí los restos de una manantial de aguas mineromedicinales.
El dueño del terreno, al comprobar que las aguas curaban su propia dolencia reumática, construyó una casa hospital y una capilla en honor a la virgen de la Estrella. De ahí el nombre de la calle en la que hoy está situada el balneario, una de las más céntricas de Carballo. Por aquel entonces el pueblo no existía y las y los primeros bañistas paraban en la aldea más próxima al manantial, lo que hoy en día es el barrio de A Lagoa.
Baños Viejos
Baños Viejos
En el siglo XIX, el conde de Torre Penela mejoró las instalaciones del balneario. El número de bañistas aumentó de modo considerable y llegó a superar el millar en el año 1871. Nuestras centenarias aguas fueron reconocidas ya por aquel entonces como unas de las mejores de toda Europa.
La importancia de nuestro manantial termal hizo que, lo que hasta entonces era sólo una pequeña aldea de la comarca de Bergantiños, se convirtiese en un pueblo en continuo crecimiento. Incluso el antiguo camino real que comunicaba A Coruña con Fisterra y Santiago cambió su trazado para pasar por el núcleo urbano y así mejorar su acceso para las y los bañistas. Carballo quedó convertido no sólo en pueblo termal sino también en el más importante cruce de caminos de la comarca.
En la actualidad, nuestras aguas termales cuentan con el distintivo Q de calidad y son una milagrosa fuente no sólo de salud, sino también de belleza, bienestar y relax. Un poderoso atractivo que atrae a nuestro pueblo todos los años a cientos de bañistas.