Bocamina de la explotación de wolframio

El ejército alemán precisaba del wolframio para reforzar su armamento y se hacía con él en minas como la de Varilongo, en Santa Comba, o nuestra cumbre más alta, el Monte Neme. Como España era en teoría neutral en la II Guerra Mundial, lo que hicieron fue controlar con capital germano empresas de titularidad española. Tal llegó a ser la relevancia de este material para las filas nazis que, a principios de los cuarenta, Estados Unidos embargó a España sin petróleo. Fue la época de los coches de gasógeno, curiosos vehículos que funcionan a base de leña o carbón.

Todo esto lo aprendimos, no en los libros, sino escuchando la historia que nos llegaba desde el monte que estábamos pisando. Fue el último domingo del mes de noviembre de un 2014 ya casi agónico. De la mano de la asociación ambiental Senda Nova subimos a la cumbre del Monte Neme y pudimos conocer los restos de la antigua explotación de wolframio. Fue emocionante escuchar lo que nos narró una de nuestras compañeras senderistas que había trabajado en la mina de pequeña. Un familiar suyo murió abatido por la guardia civil cuando iba a la "roubeta".

Los espías ingleses que entonces pululaban por aquí fomentaban la roubeta,  es decir, pagaban a quien se atrevía a robar wolfram de la mina, a las escondidas de los alemanes. Al parecer, los ingleses no lo querían para nada, así que mucho de ese mineral terminaba en los fondos del mar. Pero volvamos a la historia del hombre asesinado por la guardia civil, porque no tiene desperdicio. Detuvieron a los dos hombres que con él iban y les hicieron firmar un papel en blanco, en el que luego se les atribuiría la muerte del compañero. Fueron a dar con sus huesos en la cárcel por un crimen que no habían cometido,  mas a los quince días los dejaron libres.

Ir de "roubeta"

En estas casetas estaban las oficinas de la mina

Nos dice emocionada la mujer que nos cuenta esta historia al pie de la bocamina que se ve en la foto que ni siquiera les dejaban coger el wolfram de las escombreras, aquel que se descartaba tras el proceso de selección.  Por ahí pululan otras historias, no de l@s que sufrieron el wolframio, sino de aquellas personas que se hicieron ricos a su cuenta, que incluso, se dice, llegaban a fumar en billetes de 1000 pesetas de aquellos años 40 cuando se quedaban sin tabaco.

Hubo quien, con un trozo de de wolfram, tuvo suficiente dinero para montar un negocio mecánico. El caso es que la historia del wolfram también está asociada a la de la gente con poder en la villa. El médico Pedro Abelenda fue quien descubrió la existencia de wolframio en la mina, y se hizo rico a su cuenta. La mina también llegaría estar en manos de Jacinto Leira Amigo, popularmente conocido como "Chinto", durante años alcalde de Carballo. Construyó un hermoso chalé frente al jardín municipal y cerca de la Iglesia parroquial que luego, en el fervor urbanístico que tantos estragos causó en el pueblo, sería destruido. Y vosotros, conocéis alguna historia de "roubetas", "wolframio" y "espías"? Si es así, contádnosla, para que podamos hacer nuestra peculiar historia far west.