¿Mujeres de vida alegre?
Con motivo de este 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia de Género, el Pazo da Cultura acoge una muestra sobre la explotación sexual
Acostumbramos identificar violencia de género con violencia doméstica, con el hombre maltratador que le pega a su mujer. Pero la violencia de género va mucho más allá. Es toda aquella violencia que las mujeres sufren por el simple hecho de nacer mujeres. La trata y el tráfico de mujeres constituye una de sus múltiples facetas. Concienciarnos sobre este problema en concreto, uno de los negocios delictivos que más beneficios reporta en el mundo, al igual que el tráfico de drogas y de armas, y sobre la explotación sexual en general, es el fin de esta muestra, cedida por Médicos del Mundo. La podemos ver estos días en el Pazo da Cultura, en una sala de exposiciones próxima al auditorio.
La muestra nos lleva a la reflexión ya desde lo propio título: "¿Mujeres de vida alegre?". Sí, entre interrogantes, porque la vida de estas mujeres es, muchas veces, todo menos alegre. En especial en aquellos casos, que no son pocos, en los que la prostitución es forzada, bien porque cayeron en las garras de una red, bien porque pocas más cartas había que pudiesen jugar en su baraja vital.
Drogodependencias, situaciones familiares complejas, maltratos, pobreza, contextos de partida marcados por la conflictividad social y política…, son muchos los factores que pueden llevar a la prostitución. Engaños, violencia, explotación, condiciones laborales que en algunos casos son de auténtica esclavitud, están a la orden del día.
Contra los estereotipos
Esta exposición, que está conformada por fotografías de Salvador Campillo, nos cuenta todo esto a través de la historia de cuatro mujeres. Sorprenden sus currículums: Abogadas, empresarias, diplomadas en turismo… Por un revés de la vida, por violentas situaciones familiares, por haber nacido en países empobrecidos, en crisis económica o política, hubo un momento en el que dieron el paso para tirar adelante en la vida. A través de sus declaraciones, que acompañan a las fotos, nos enseñan que antes que prostitutas son, sobre todo personas.
"No es tan fácil salir a la calle y esperar a un hombre. Yo tengo mis pensamientos, mis sentimientos, no es tan fácil. Somos iguales a la gente que va a ver la exposición. Somos personas, no animales", deja recogido en uno de los paneles Andrea, diplomada en turismo por la Universidad de Praga, quien un día, hace unos años, llegó a Mallorca con la promesa de un falso trabajo que resultó materializarse en una cama en un club. Mas a las personas cuesta verlas cuando lo primero que miramos son los estereotipos. A romperlos quiere contribuir esta muestra.